1. La personalización de la enseñanza:
es decir, la adecuación, el ajuste de lo que enseñamos, y cómo lo enseñamos, a
las características personales de los estudiantes. Los alumnos no son iguales
(tienen diferentes motivaciones, diferentes capacidades, ritmos de aprendizaje
distintos, etc.) y, por lo tanto, no podemos enseñarles como si fueran iguales,
ni dirigirnos al cincuenta por ciento que conforman el término medio, dejando
de lado al veinticinco por ciento de los dos extremos. Se trata de una serie de
estrategias y recursos relacionados con la “Programación
Multinivel”, o “Programación Múltiple”, que consiste en la utilización de múltiples formas de comunicar los conocimientos y presentar
las actividades, múltiples actividades de enseñanza y
aprendizaje, múltiples formas de evaluar, que se ajusten a
las múltiples formas de ser y
aprender de Los alumnos de un
mismo grupo de clase.
2. La autonomía de los alumnos y
alumnas (estrategias de autorregulación del aprendizaje): cuantos más alumnos
tengamos que sean autónomos, o como mínimo más autónomos a la hora de aprender,
más tiempo podremos dedicar a los que de entrada son menos autónomos. No
obstante, estas estrategias se pueden enseñar de forma explícita (de modo que
los estudiantes aprendan a aprender) y conseguir, por lo tanto, que haya más
alumnos en las clases que dependan menos de sus maestros, para que estos tengan
más tiempo para ayudar a los menos autónomos.
3. La estructuración cooperativa del
aprendizaje: estructurar la clase de manera que el maestro o la maestra no sean
los únicos que “enseñan”, sino que también los alumnos, en pequeños equipos de
trabajo cooperativo, sean capaces de “enseñarse” mutuamente, de cooperar y
ayudarse a la hora de aprender.
Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001931/193130s.pdf
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